Android vs iOS. La eterna batalla de los dos sistemas operativos móviles deja, a su paso, una pregunta fundamental tanto para usuarios como para empresas que planteen desarrollar una app: ¿por cuál de las dos decantarse? La selección de la plataforma es importante, ya que afecta al presupuesto que haya que destinar al desarrollo de la aplicación y, al mismo tiempo, determinará a cuántos potenciales usuarios podremos llegar.
Este último aspecto es fundamental. Si, por el dinero disponible para invertirlo en la creación de la app, hay que decidir lanzar la herramienta móvil solo en una plataforma, el número de posibles usuarios que nos esperan en una y otra podría ser relevante. En este sentido, Android tiene las de ganar: en España, sin ir más lejos, su penetración es superior al 80 %, según un estudio de Ditrendia.
Sin embargo, esto no quiere decir que Android sea el lugar idóneo para lanzar primero una app. Simplemente, el dato implica que será el mercado en el que más potenciales usuarios vayamos a encontrar. Sin embargo, el número de descargas no tiene por qué ser el único (ni el más importante) factor que tengamos en cuenta a la hora de tomar la decisión de qué sistema operativo móvil abrazar en un primer momento.
El modelo de negocio de nuestra app también es relevante. Así, mientras que en el sistema operativo móvil de Google tienen un mayor éxito aquellas aplicaciones basadas en la publicidad, la cantidad de compras por parte de los usuarios con iOS es mayor. Y no solo eso: también gastan más. Según un reciente estudio, los propietarios de un iPhone hacen, de media, transacciones por el triple del valor de aquellas que tienen lugar desde los dispositivos móviles con Android. ¿Conclusión? Si la nuestra será una aplicación de pago o con compras en su interior, empezar en el mundo móvil de Apple podría ser más interesante.
Fragmentación y mucho más
Pero, además, los factores a tener en cuenta no acaban ahí. Por ejemplo, la fragmentación es otro argumento que bien puede valer para tomar la decisión definitiva. Por una parte, existen más de 16.000 móviles y tabletas distintas con Android como sistema operativo, lo que dificulta sobremanera (y encarece al mismo tiempo) el proceso de desarrollo: distintos tamaños de pantalla, diferentes capas de personalización del sistema operativo… En definitiva, infinidad de factores a tener en cuenta a la hora de afrontar la creación de la propia aplicación y que, en el caso de los iPhone, no habría que abordar a tan gran escala.
Por otro lado, la fragmentación se produce con las propias versiones del sistema operativo. Mientras que los dispositivos móviles con iOS cuentan mayoritariamente con la última versión instalada (un 76 %, en concreto), en Android la homogeneidad brilla por su ausencia. Según datos de Statista, poco más de un 8 % de los dispositivos con Android cuentan con la última versión de Nougat, su más reciente sistema operativo. ¿Qué implica que la amplia mayoría tenga versiones antiguas? En primer lugar, supone un reto en lo que a la seguridad se refiere, ya que, en algunos casos, el sistema operativo ni siquiera recibe parches de seguridad. Además, hay que planificar el desarrollo de la aplicación pensando en las particularidades de cada versión y, lo que es peor, sin poder aprovechar al máximo las novedades tecnológicas de las más recientes versiones.
También influye cuál sea nuestro usuario objetivo. Así, si se trata simplemente de una aplicación móvil corporativa con la que acelerar algunos procesos de negocio, parece lógico pensar que la herramienta debe ser desarrollada para el sistema operativo protagonista de nuestra flota móvil: si se compone exclusivamente de iPhone, no tendría sentido crear una versión para Android en un primer momento. Pero, además, si un estudio de mercado demuestra que los usuarios de aplicaciones similares a la nuestra se conectan mayoritariamente desde un móvil con el sistema operativo móvil de Google, quizás interese apostar en primer lugar por el robot verde.
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Plazos y características
En realidad, cada mínimo detalle de cuantos rodean el lanzamiento de una app influyen en esta relevante decisión. De hecho, si el presupuesto lo permite, lo ideal es lanzar al mismo tiempo para ambos sistemas operativos. Pero, siguiendo con el supuesto en el que haya que elegir una u otra opción, también cabe plantearse de cuánto plazo disponemos para el lanzamiento.
En este sentido, ambas plataformas tienen sus pros y sus contras. Por un lado, las aplicaciones para iOS son potencialmente más rápidas de desarrollar (el lenguaje de Apple, Swift, es más sencillo que los de las aplicaciones para Android y, además, no existe la fragmentación anteriormente comentada). Por otra parte, el proceso de revisión que la compañía de la manzana mordida lleva a cabo con cada app móvil antes de publicarla en la App Store es mucho más exhaustiva, lo que alarga el tiempo que transcurre hasta su lanzamiento definitivo.
Además, por sus características, Android permite una mayor flexibilidad a los desarrolladores. Al ser una sistema operativo de código abierto, permite a los creadores de aplicaciones un acceso más profundo al propio sistema.
En cualquier caso, y siempre que la empresa no disponga de los recursos suficientes para coordinar un lanzamiento simultáneo, estudiar bien todos y cada uno de los aspectos de nuestra app resulta fundamental para acertar a la hora de decidirse por una plataforma. Si nuestro público objetivo está en iOS, hay que apostar primero por los de Cupertino; si pretendemos llegar al máximo número de gente posible en poco tiempo, quizás lo ideal sea probar con Android. Eso, sin olvidar todos los demás factores. Para poder pesar todas estas variables, lo ideal es contar con el consejo y la experiencia de profesionales como los de NTS.
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